Avenir²⁰⁵⁰ es el título de la exposición colectiva con la que la Alianza Francesa de Málaga inaugura su programa cultural de 2022. Una agenda de actividades que fomentará la participación pedagógica a través del trabajo de artistas y creadores españoles y francófonos, en conjunto, durante los próximos meses.  

Se trata de un proyecto de producción artística de la Alianza Francesa Málaga con el que realizar un acercamiento a las diversas realidades del cambio climático. Más allá de la urgencia de un ultimátum, el hecho de que el planeta esté subiendo la temperatura de forma extremadamente preocupante encierra problemáticas de índole social, política y económica. La interseccionalidad de las cuestiones sociales que reparan en el presente del planeta son clave para entender la desigualdad que el cambio climático genera. Esta situación plantea escenarios posibles, futuros posibles. Y para ello, once artistas contemporáneos reflexionan en la exposición de la Alianza sobre algunas de las tantas aristas del calentamiento global, sus causas, las consecuencias de las industrias en la salud de trabajadores, la conservación de ecosistemas y de la biodiversidad, el uso de recursos naturales, la desigualdad climática, o el desarrollo sostenible.

Premisa:

“Se prevé que la pobreza y la desigualdad crezcan en determinadas poblaciones de forma proporcional al aumento del calentamiento global. Si se limita éste crecimiento en 1.5º, en lugar de llegar a los 2ºC, se podría reducir el número de personas expuestas los riesgos derivados del cambio climático y susceptibles de empobrecer en varios miles de millones de personas para el año 2050 (expectativa media)”

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático narra este posible futuro para el año 2050, una fecha fijada por diversas instituciones y acuerdos internacionales como límite para detener esta catástrofe natural derivada del uso de energías y recursos por parte de diversas industrias, de la deforestación, o del transporte y sistema alimentario no sostenibles. No se trata sólo de la supervivencia de nuestro planeta, sino de todas las personas que lo habitan, y especialmente, la de aquellos lugares del globo que reciben las consecuencias de este problema de forma más devastadora, hasta acabar con sus vidas, y sus bienes naturales; los mal denominados “recursos naturales”

De acuerdo con los últimos informes del IPCC, así como de la cruda realidad de la poca utilidad que ha resultado tener la COP26, revertir este cada vez más posible futuro “depende en un altísimo porcentaje de las personas más ricas del planeta”. Según la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN) en 2017 la probabilidad de morir durante los desastres naturales es “14 veces mayor para las mujeres, niños y niñas que para los hombres”. La cuestión climática es, sin duda, también una de diversidad y de opresión.

¿Qué podemos hacer? En ‘Avenir2050’ se abordan algunas de estas cuestiones a través del trabajo de estos artistas que reflexionan sobre la realidad climática teniendo en cuenta la temporalidad presente, pasado y futuro.

Denuncia, acción, posibles futuros. Estos tres ejes recogen estas manifestaciones multidisciplinares que suponen un diálogo internacional. Jeremy Gobé, Jean-Christian Bourcart, Chloé Jeanne, Martin Lazlo, Shoeg, Marta O Nilsson, Rubén Martín de Lucas, Anaïs Ondet, Théo Massoulier, Mathias Depardon, y Juan Zamora son los artistas participantes en esta muestra Y suyas las obras que habitarán desde el 27 de enero de 2022 la sala de exposiciones del espacio convivirán con el espectador.

Para documentar los efectos de los pesticidas en los agricultores en su serie Les Mauvaises Herbes, Anaïs Ondet contactó con Phyto-Victimes, la primera asociación para ayudar a las víctimas de estos químicos en Francia. Dos retratos conmovedores, los de Christian y Patrick, que narran las consecuencias de una industria descontrolada por la producción y el consumo, y que esconde realidades del deterioro de la salud y el abandono de las administraciones ante situaciones como ésta. Compromiso, crisis y ecología; tres conceptos presentes también en la obra fotográfica de Mathias Depardon. A través de su trabajo Tales from the Land in Between acredita la realidad de la marisma aluvial del Tigris-Éufrates, en estado crítico, y que se prevé que pueda desaparecer casi en su totalidad en 2040 debido a la sequía a la que está sometida. Una consecuencia de la gestión del gobierno de Irak y que añade a la situación bélica del país, la desaparición de un bien básico como es el agua, y su papel fundamental en la sociedad iraquí.

Resulta inevitable enfrentarse a la colonización; un concepto protagonista esencial en la historia del desgaste de nuestro planeta. Es por ello natural y orgánico el cuestionamiento de la idea de nación, especialmente, desde un punto de vista geopolítico. “Ninguna nación existe de manera física, es decir, como un ente objetivo. Su naturaleza, líquida e intangible, se sostiene como construcción mental presente únicamente en el imaginario colectivo. Toda guerra, toda violencia de estado y toda forma de gobierno se apoyan en este concepto. Sin embargo, toda nación, al igual que un témpano de hielo flotando sobre el mar, está condenada a diluirse”. Así lo narra Ruben Martín de Lucas, que a través de la fotografía y el documental Iceberg Nations explora la realidad de doce icebergs, al dotarlos de bandera y reclamarlos como nación, al sur de Groenlandia.

El proyecto de Juan Zamora, hace uso del agua como herramienta irrefutable para testear la realidad de la contaminación de un lugar. Coliform es un proyecto bio-artístico que interpreta musicalmente una muestra de agua tomada del río Guadalmedina a su paso por la ciudad de Málaga (en las inmediaciones del edificio de la Alianza Francesa) el día 25 de diciembre de 2021. A través de un cultivo en una caja Petri que interpreta las bacterias emergentes -particularmente la batería llamada coliforme, cuya presencia indica que existe una vía de contaminación entre una fuente de bacterias y el suministro de agua- como notas musicales, mostrando los resultados en una suerte de antigua caja de música de madera que incluye el cultivo de agua, la partitura dibujada, el sonido de su melodía, y un código QR que nos dirige de nuevo al punto del mapa donde se tomó la muestra.

La denuncia evoca la creatividad y la capacidad de creación artística y es cuando algunos de estos artistas manifiestan propuestas de acción. Como la hace la obra de Chloé Jeanne, Les capsules olfactives. La artista ha creado dos piezas sensoriales construidas con rocas volcánicas sobre un yute donde florecerán hongos a lo largo de la exposición. La piedra volcánica colocada en el centro de la obra se convierte en el soporte que permite vincular lo visual y lo olfativo, pero también crear una relación inerte y viva. La artista posee uno de los raros ejemplares del estuche Le nez des champignons de Locquin y Lenoir editado en 1986, que enumera 54 olores identificables en las setas a través de un sorprendente panel  de cápsulas olfativas que va desde el olor a manzana hasta el de "cadáver". Sus esculturas e instalaciones destacan los procesos naturales, cuestionando la materia, la temporalidad, la escala y el espacio. Cultiva sus propios materiales, como el scoby o el myceliumpara crear una obra poética y sensorial.

La obra de Jérémy Gobé, Coral Artefact, es otra con la que recrear y reimaginar posibilidades de sostenibilidad. En su caso, imagina el artefacto de coral: una solución global para luchar contra la desaparición de los corales. Cuando descubrió el Point d'Esprit, un patrón de encaje de bolillos tradicional de Puy-en-Velay, Gobé notó un parecido increíble con el diseño de uno de los esqueletos de coral que estaba usando en sus experimentos. De esta forma, se puede utilizar el encaje como soporte para permitir que el coral se regenere, ya que tiene todas las mismas cualidades de las estructuras sobre las que se extiende y crece el coral. Sin los arrecifes de coral, dejarían de existir algunos países ubicados en atolones, como Maldivas, Kiribati, Tuvalu y las Islas Marshall. Al igual que los bosques, los arrecifes de coral son excelentes sensores de CO2. Albergan el 25% de la biodiversidad marina.

Pero lo sostenible también se encuentra en lo más cotidiano del ser humano; la producción de basura doméstica. Desde el plano artístico, Mirando la basura, la obra de Marta O Nilsson, nos acerca a un proceso de observación y reflexión; nos recuerda la importancia de apreciar la grandeza y complejidad de lo que la naturaleza nos provee y con aquello con lo que nos nutrimos. El desecho se mira de otra manera, se acicala e incluso es protagonista: una patata olvidada o un puñado de sal sirven para estimular la mirada sin complejos y repensar el concepto de útil. “Una invitación a honrar lo sencillo y reutilizado, descubriendo su potencial a través del mimo en el proceso y poniendo el foco en bellezas y bondades alternativas a las que promueve la sociedad de consumo”, en palabras de la artista.

Alrededor de estas propuestas, existe una mecánica de acción que pretende provocar una reacción en el espectador, la de la urgencia, pero también la de resaltar la importancia cultural y biológica de conservar nuestro planeta y su medioambiente, respetando una sociedad libre y justa. Y con una fuerza suficiente como para detener la expansión de lo absurdo como un modelo de asimilación de la realidad; el humor puede ser concienciador, en lo absurdo reside un reflejo de las realidades que no queremos ver. La mirada se ha apagado bajo las innumerables distracciones estéticas de un sistema capitalista en potencia. Es por ello por lo que la crítica artística trabaja las narrativas estéticas y los nuevos lenguajes de la imagen para proyectar posibles futuros, apocalípticos, inenarrables de otra forma, cercanos a la ciencia ficción.

Es el caso de las esculturas de la Serie 5G de Théo Massoulier, un corpus de formas que pretende combinar y cruzar material mineral, biológico y técnico. Impulsado por cuestiones relativas al Antropoceno, su obra se nutre tanto de la imaginación como de la cosmología y las ciencias de la evolución. Se aprecian curiosas y divertidos artefactos híbridos y dinámicos, de pequeño tamaño, y que refiere a lo posthumano en cuanto a la posibilidad del ser que habite el planeta en un futuro (¿muy?) lejano.

De la misma forma, Au bord du réel es el proyecto de Jean-Christian Boucart en el que nos encontramos con formas extrañas, alucinadas, personajes fantasmagóricos e inverosímiles que brotan de un software generador de imágenes, invaden y contaminan los archivos fotográficos de un pequeño pueblo bretón. “La era cuántica que se abre ante nosotros promete un futuro que podría influir en el pasado. Estas imágenes tan presentes son pasados compuestos en el amanecer del día por venir”, narra el creador en referencia a las infinitas posibilidades de la inteligencia artificial.

Un poco antes en la línea del tiempo, y en referencia al desarrollo sostenible el artista Martin Lazlo aborda uno de estos lenguajes capitalistas; un ejemplo de anuncio, un mockup de lo que podría ser una campaña de Nike Tn Shoes, Natural SelecTn es un tríptico que reconstruye escenas de la vida salvaje en maquetas. Estas escenas están inspiradas en imágenes de carácter pop de dinosaurios, tal como se encuentran en los libros para niños en particular. Aquí han sido sustituidos aquí por las zapatillas deportivas: el objeto de consumo, de representación por excelencia. Se trata de un cuestionamiento de los símbolos y sus representaciones materiales que nuestra civilización produce, en este caso, una zapatilla de caucho sintético y poliéster derivados de combustibles fósiles (procedentes por tanto de la sedimentación de seres muertos y enterrados durante varios millones de años); “¿Podemos decir que los dinosaurios se reencarnaron en estas zapatillas?”, se cuestiona Lazlo.

Rosi Braidotti explica en Lo Posthumano, (Gedisa, 2013), que “la economía global es postantropocéntrica puesto que, por último, reagrupa a todas las especies bajo el imperativo del mercado, amenazando con sus excesos la sostenibilidad de todo nuestro planeta”. Bajo esta premisa, y cómo esto atraviesa lo mediático, la emergencia ya no tiene efecto aterrador. Lo publicitario, en sus diversas manifestaciones, se ha colado en nuestro imaginario, anulando la capacidad de conciencia.  Continúa: “La mole de los recientes estudios sobre la crisis medioambiental y el cambio climático bastarían, por sí solos, para testimoniar el estado actual de emergencia, además de la elevación de la tierra a factor de importancia política (…). La literatura y el cine sobre la extinción de nuestra especie y de otras especies, entre otros, películas de catástrofes, constituyen en género de amplio éxito, que disfruta de gran respaldo popular. He definido este imaginario social, reducido y negativo, como tecno-teratológico (Braidotti, 2003), es decir, como objeto de admiración cultural y aberración”.

Al igual que en Don’t Look Up, la película de Adam McKay, lo distópico se ha vuelto popular, y en tiempos de pandemia de Covid19 la urgencia parece haber perdido su naturaleza. El artista visual y sonoro Shoeg nos presenta el proyecto Ecosystems, ocho piezas de vídeo, concretamente la serie 021-028. Con ella se centra en el Delta del Ebro, paraje extremadamente vulnerable que está en peligro de desaparición por dos motivos: la subida del nivel del mar debido al calentamiento global, y la falta de, por un lado, sedimentos que ya no bajan por el río Ebro debido a la construcción de los embalses que lo regulan, y por otro, el agua que capta la industria en su camino. Algunas de las zonas escaneadas son los Ullals de Baltasar, la playa del Serrallo o la zona de ribera de Balada. Con ideas cercanas a las junglas de Rousseau, estos ecosistemas digitales que se ubican entre la simulación y la abstracción son recreaciones de lo que podría ser uno de nuestros futuros posibles; el de una clase privilegiada en el primer mundo que aprecia la naturaleza recreada digitalmente, tras la extinción de ésta.

La Costilla de Adán (Monstera deliciosa) aparece en el cartel de Avenir2050. En una especie de bloque flotante en el que sus hojas se ven distorsionadas, apretadas y aplastadas, este símbolo hípster mantiene un grano fotográfico y un color saturado acorde con los lenguajes visuales publicitarios actuales. Esta imagen libre de derechos ha sido manipulada para conceptualizar el objetivo de esta muestra; la de unir a once artistas que pretenden dialogar sobre una problemática que nos encierra interseccionalmente; el futuro de nuestro planeta.

Es importante que la narrativa visual de la muestra sea acorde al momento que vive esta cuestión; es diversa y se muestra real, dura, provocadora, gentil, colonizadora, utópica, ilógica virtual y desvirtuada. Y convive en todas estas mismas formas, al igual que lo hace en la realidad o en la red, con todas las características que hacen aún más complejo detener el presente.

Estos universos proponen una búsqueda de referencias en los nuestros propios e individuales para que nos preguntemos qué podemos hacer para cambiar la situación de aquellos que nos rodean, cómo podemos parar la desigualdad de un mundo que se calienta por momentos.